Como componente clave de los sistemas híbridos eólico-solares, los aerogeneradores experimentan principalmente fallos en tres áreas: estructura mecánica, sistemas eléctricos y funciones de control. El desgaste y la fractura de las palas son los fallos mecánicos más comunes, generalmente causados por el impacto del viento a largo plazo, la fatiga del material o defectos de fabricación. Los datos de monitoreo en campo muestran que la vida útil promedio de las palas es de 3-5 años en regiones costeras, pero puede reducirse a 2-3 años en regiones del noroeste con frecuentes tormentas de arena. Además, el desgaste de rodamientos excéntricos es particularmente prominente en turbinas de eje horizontal, principalmente debido a la operación prolongada fuera del centro y a una distribución de estrés desigual.
En los sistemas eléctricos, la pérdida de fase de salida y la inestabilidad de voltaje son dos problemas típicos. Los aerogeneradores generan energía AC trifásica, y conexiones deficientes o cables sueltos pueden llevar fácilmente a fases desequilibradas o faltantes. Las estadísticas de la industria indican que aproximadamente el 25% de los fallos de las turbinas están relacionados con problemas de cableado. Otro problema común es el mal funcionamiento del sistema de frenos, donde la velocidad del rotor no disminuye significativamente después de un cortocircuito trifásico, posiblemente debido al desgaste de los frenos o a un fallo en el control eléctrico.
Los fallos del controlador se manifiestan principalmente como lógica de distribución de potencia defectuosa. Las estrategias de umbral fijo tradicionales no pueden adaptarse a condiciones climáticas complejas y cambiantes. Por ejemplo, durante las primeras horas de la mañana con viento ligero y luz solar creciente, el control tradicional mantiene la salida del aerogenerador solo al 30%-40% de la potencia nominal debido a la velocidad insuficiente del viento, desperdiciando una cantidad significativa de energía eólica. Las estadísticas muestran que los sistemas híbridos eólico-solares que utilizan estrategias de control tradicionales tienen tasas de utilización de energía 15%-20% inferiores a los sistemas inteligentes.
Los paneles solares en sistemas híbridos también enfrentan diversos riesgos de fallo. El daño superficial y los fallos en los conectores terminales son los fallos físicos más visibles, a menudo causados por condiciones climáticas severas, impacto de arena o instalación incorrecta. En áreas de alta velocidad del viento, los paneles solares sufren una tasa de daño anual promedio del 5%-8%, requiriendo inspecciones y mantenimientos regulares.
Eléctricamente, los efectos de punto caliente y la sombra parcial son factores clave que afectan la eficiencia fotovoltaica. Cuando parte de un panel está sombreada, la energía de las áreas no sombreadas fluye en reversa hacia la zona sombreada, causando sobrecalentamiento localizado y formando puntos calientes. Los efectos prolongados de puntos calientes pueden reducir la eficiencia del panel en un 15%-20% e incluso causar daños permanentes. Además, la PID (Degradación Inducida por Potencial) es un factor significativo que afecta la vida útil del panel, especialmente en entornos de alta humedad, donde la eficiencia puede disminuir entre un 5%-10% en 1-2 años.
La degradación del rendimiento se debe principalmente a la degradación inducida por luz y al fallo de los materiales de encapsulación. Las normas de la industria requieren que los módulos PV de alta calidad tengan una tasa de degradación anual inferior al 0.3%-0.5% durante una vida útil de 25 años. Sin embargo, en la práctica, los factores ambientales y el envejecimiento de los materiales pueden causar tasas de degradación anuales de 0.8%-1.2%, impactando significativamente la eficiencia general del sistema.

Como el "cerebro" del sistema híbrido eólico-solar, el rendimiento del controlador afecta directamente la estabilidad del sistema. El principal problema radica en las limitaciones de las estrategias de distribución de potencia tradicionales, que dependen de parámetros empíricos fijos y juicios de umbral simples, lo que les impide adaptarse a fluctuaciones de energía en tiempo real. Bajo condiciones climáticas complejas, estos controladores no pueden ajustar la asignación de potencia de manera oportuna, lo que lleva a una estabilidad de potencia deteriorada. Por ejemplo, durante cambios meteorológicos repentinos como giros rápidos del viento o nubes que se mueven rápidamente, los controladores tradicionales pueden tardar varios minutos o más en responder, fallando en cumplir con los estrictos requisitos de calidad de potencia del equipo industrial moderno.
Los fallos en los sistemas de baterías se clasifican principalmente en subcarga, ingreso de agua y degradación de la capacidad. La subcarga ocurre cuando el voltaje cae por debajo del umbral de inicio del controlador; la subcarga prolongada conduce a descargas profundas, acortando la vida útil de la batería. El ingreso de agua suele ser debido a una instalación incorrecta o a un sellado deficiente, resultando en lecturas de voltaje extremadamente bajas, cero o falsas, causando daños graves a la batería. Las estadísticas muestran que aproximadamente el 15% de los fallos de los sistemas híbridos están relacionados con el ingreso de agua a las baterías.
La degradación de la capacidad es un proceso de envejecimiento natural, pero los factores ambientales pueden acelerarlo significativamente. En regiones de meseta, las bajas temperaturas nocturnas pueden reducir el rendimiento de los paneles solares en un 30%-40%, mientras también disminuyen la capacidad utilizable de la batería, dificultando satisfacer las demandas de carga bajo condiciones de poca luz. Además, los ambientes de alta salinidad corroen significativamente las baterías; en áreas costeras, la vida útil de las baterías en sistemas híbridos es típicamente 30%-50% más corta que en regiones interiores.